GANADORES
1ª
CATEGORÍA
PRIMER PREMIO: GAEL RODRÍGUEZ GARCÍA (2º A) “EL ASESINO DE LOS
PASILLOS ”
SEGUNDO PREMIO: JAIME LÓPEZ GARCÍA
(1ºB) “UN AMANECER POCO
HABITUAL”
2ª
CATEGORÍA
PRIMER PREMIO: HÉCTOR ÁLVAREZ MENÉNDEZ (4º B) “ENFRENTARSE AL MIEDO”
SEGUNDO PREMIO: MARA CLEMENTE PESQUERA (3º B) “EL ÚLTIMO FARERO”
3ª
CATEGORÍA
PRIMER PREMIO: IVÁN SUÁREZ BOSCÁ (1º J) “EL VACÍO”
Galería de fotos del acto de entrega de premios
Y aquí podéis leer los relatos premiados.
PRIMER PREMIO (PRIMERA CATEGORÍA)
El Asesino de los pasillos💀
Su risa hilarante inundaba los pasillos,
mientras con su machete ensangrentado arañaba las paredes, produciendo un
sonido insoportable. A medida que se acercaba, su gesto se volvía hierático.
Los estudiantes, estupefactos, corrían y gritaban, pero no había
escapatoria. Sus cuerpos trémulos se amontonaban entre las mesas. La
sangre adornaba las pizarras.
Ya no habrá
risas. Ya no habrá burlas. Ya no volverá a ser la víctima.
GAEL RODRÍGUEZ GARCÍA (2ºA)
SEGUNDO PREMIO (SEGUNDA CATEGORÍA)
UN
AMANECER POCO HABITUAL
Como cada
mañana mi madre me despertó para ir al colegio, pero esta vez sus manos tenían
un tacto diferente. Pensé que estaba soñando, pero al ver que insistía me giré,
abrí los ojos y me quedé estupefacto al verla de pie, con los ojos
colgando, sus brazos más largos de lo normal y unas uñas inmensas que salían de
sus dedos. Mi cuerpo se quedó trémulo y aunque intentaba volver a
taparme y cerrar mis ojos para no verla, no podía hacer ninguna de las dos
cosas, así que hierático ante aquella escena, esperé sin dejar de
mirarla, hasta que por fin entraron en mi habitación mi padre y mi hermano y
los tres se quedaron mirándome con una expresión hilarante, mientras yo
empecé a recordar que aquella era la mañana siguiente a la noche de Halloween y
aquello había sido una “bromita” pesada de mi querida familia, ja ja ja la gracia que me hizo tener un
despertar así.
PRIMER PREMIO (SEGUNDA CATEGORÍA)
ENFRENTARSE
AL MIEDO
Desde hace meses llevo
sufriendo de malos sueños. Todas las noches me ocurre lo mismo. Me voy a dormir
y cuando por fin logro conciliar el sueño, inicia la pesadilla: un hombre alto
y corpulento, con la cara demacrada, de camisa negra y machete en mano, empieza
a perseguirme. Corro despavoridamente por la ciudad metiéndome por callejones
hasta quedar acorralado en uno sin salida. Cuando el sujeto, con una tenebrosa expresión
hierática, parece ir a terminar con mi vida me despierto con el corazón
a mil por hora y me paso toda la noche aterrado incapaz de pegar ojo. Esto ha
afectado tanto a mi vida personal como laboral, pues se me hace imposible
realizar mi rutina diaria y trabajo debido al cansancio.
He probado estos meses a
ir al psicólogo y al médico, no obstante, me han resultado inútiles, ni tan
siquiera la medicación que me recetaron me ha surtido efecto. Desesperado,
descubrí a un hipnotizador que tenía fama por curar las pesadillas. Me
resultaba hilarante, el hecho de que mi último recurso fuera un fulano
que decía de tener el poder de quitarte los malos sueños. Llegué a la dirección
que aparecía en el anuncio y me decidí a entrar en el establecimiento. Consistía
en una sala con un sofá y una chimenea al fondo y a la entrada un mostrador en
el que se encontraba el supuesto hipnotizador: un árabe, con turbante y
chaleco. Le comenté acerca de mi pesadilla y los problemas de insomnio que me
producía. A continuación, me explicó que para librarme de mi mal debía atravesar
al hombre con un atrapasueños. Entonces me dio uno, me sentó en el sofá y me
durmió con la trémula llama de la chimenea.
Me encontraba en la
calle, con el atrapasueños en la mano, delante de mí estaba el odioso sujeto que
me hacía la vida imposible. Comenzó la persecución hasta llegar de nuevo al
callejón sin salida. Volvía a estar atrapado, el hombre se disponía a matarme,
pero esta vez no me despertaba, seguía en el sueño, estaba estupefacto.
Rápidamente me recompuse para evitar la puñalada, sin embargo, al volver a
fijar la vista en mi perseguidor, éste comenzó a deformarse grotescamente: de
sus costados brotaban incontables tentáculos resbaladizos, su boca se agrandaba,
de ella nacían numerosas filas de colmillos y en su rostro aparecían un par de
ojos sanguinolentos. Se había transformado en un horripilante monstruo que con tan
solo verlo por un segundo habría traumado de por vida hasta al más valiente de
los humanos. Estaba terriblemente asustado, mi cuerpo no respondía, era
imposible que pudiera hacer algo contra ese ser, viviría con la pesadilla el
resto de mi vida. Pero, al escuchar la risa burlona del engendro, se encendió
una llama de ira en mi interior. Empecé a pegarle con todas mis fuerzas hasta
tirarlo al suelo, para acto seguido arrearle tantas patadas como me fuera
posible. Todos esos meses de sufrimiento los desaté en forma de violencia
contra la criatura hasta dejarla moribunda. Orgulloso de mi hazaña lo atravesé al
fin con el atrapasueños. Y de repente una intensa luz me cegó.
—
¡Eh, chaval, despierta! ¡Vamos,
despierta!
—
…
— ¡Mierda! Otro que se me ha muerto. Tendré que volver a cambiar de identidad.
Héctor Álvarez Menéndez 4ºB
SEGUNDO PREMIO (SEGUNDA CATEGORÍA)
EL
ÚLTIMO FARERO
Todos en el pueblo murmuraban sobre el nuevo farero y su familia, aunque su aspecto era hierático, parecía un buen hombre.
Aquel día se acercaba una gran tormenta y su hijo pequeño, trémulo, se escondió en el armario al escuchar los primeros truenos. Cansados de buscarle por toda la casa, el farero no hizo otra cosa que reír ante la hilarante situación en la que encontró a su pequeño acurrucado junto a su peluche. Estupefacto por la intensidad de la tormenta, el hombre subió rápidamente a encender la luz del faro, pero lo que pasó allí aquel 31 de octubre nunca nadie lo supo, desapareció sin dejar rastro. A partir de aquello, cuentan que la luz del faro solo se ilumina las noches de tormenta
Mara Clemente Pesquera 3ºB
PRIMER PREMIO (TERCERA CATEGORÍA)
El
Vacío
Me
levante estupefacto por los ladridos del perro, abrí la ventana y el frío
invernal de la meseta entró en mi cuarto dejándome hierático. Miré hacia el
exterior, pero una oscuridad cual vacío me devolvió la mirada y fue entonces
cuando me di cuenta de que el ladrido había cesado y un olor pestilente alcanzó
mis fosas nasales. En ese momento pensé que podría ser algún animal en
descomposición asesinado por un depredador nocturno. Me disponía a volver a mi
letargo cuando arreció un fuerte sonido que poco a poco iba acrecentándose,
acercándose. Trémulo me decidí a coger la linterna que tenía en la mesilla. El
sentimiento de muerte, que en ese momento era una mezcla en cierto punto
hilarante de terror y desesperación, se sentía cada vez más cerca. Y al
encender la linterna, el vacío me alcanzó.
Iván Suárez Boscá (1ºJ)
¡¡¡Enhorabuena, chicos, nos habéis hecho estremecernos de miedo con vuestros relatos!!!😱
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